Homenaje a José Fructuoso. Belenista

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José Fructuoso. Belenista

Con este cuento queremos homenajear a José Fructuoso, belenista y coleccionista de belenes, por su contribución a la potenciación del belenismo

La historia del pastorcito mutilado

Esta es la historia de la figura de pastorcito, que le ocurrió lo que a continuación se relata.

Yo soy la figura de un pastor del belén, aunque soy único, no tengo nombre concreto solo el genérico de pastor, los que me ven para distinguirlo de otros pastores me llaman el de las castañuelas.

Hace bastantes años me modeló el mejor artesano del barroco que se llamaba Francisco Salzillo.

De una masa informe de barro cogió un puñado lo puso en su mesa y con sus manos y unos sencillos utensilios comenzó a trabajar.

Primero: En pocos días yo que era a un montón de arcilla, consiguió darle la forma.

Después me hizo una figura de una vez que consiguió modelarme.

Por último me dejó secar en una de las estanterías que tenía en su taller y allí estuve junto con otras figuras el tiempo suficiente para secarnos.

Debido al tiempo, las figuras que había modelado y que estábamos lo suficientemente secas, nos colocó en una oquedad llamada horno .

Allí estábamos mirándonos unos a otros sin saber de nuestro destino mientras el maestro preparaba leña y la colocaba debajo de nosotros.

Seguidamente, le prendió fuego y allí estuvimos soportando aquel calor con paciencia porque nuestro interior confiábamos que nuestro creador sabía lo que nos convenía cada uno.

Debido al calor sufrimos una transformación química que los que entienden le llaman cocción de bizcocho.

Debido a ello, cambiamos de estado y nos convertimos en un material semejante a la piedra aunque más frágil .

De manera similar, también cambiamos de color de un gris a color teja.

Allí permanecimos un tiempo hasta que nos enfriamos de la temperatura que habíamos alcanzado.

El maestro Salzillo acompañado de algunos discípulos suyos nos fue sacando del horno y colocándonos nuevamente en la estantería.

Después de esos días, me cogió a mí me puso en la mesa de trabajo y comenzó a pintar de colores.

Como yo era un pastor joven la cara y las manos me las pintó de un color rosado que imitaba muy bien la carne

Así mismo, para la ropa y las polainas escogió distintos colores que fue creando hasta conseguir el color que a él mejor le pareció.

Así hizo con todas las figuras del belén que le había encargado su amigo Jesualdo Riquelme Fontes en 1783.

Y después de un tiempo todos pasamos a ser propiedad de la Marquesa de Salinas y más tarde de Corvera.

Un día, entre tanto cambio me perdí y aparecí en la casa de un belenista que había ido coleccionando piezas de distintos artesanos españoles .

De hecho, todos los años cuando montaba su Belén y como yo era una pieza única me colocaba en un lugar preferente junto con los pastores de la escena del anuncio del ángel.

Debido a eso, esta escena que le gusta mucho a los niños, estábamos rodeados de ovejitas y calentándonos junto al fuego.

Aunque yo era todavía un pastorcito, pasaba las noches vigilando por turno.

Como resultado, yo fui el primero en ver al ángel

El ángel me dijo: “no temas que vengo anunciaros una gran alegría para todo el pueblo, hoy os ha nacido en la ciudad de David el Salvador que es el Cristo el señor y esto servirá de señal.

Encontraréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre allí se escuchaban los coros angélicos cantando gloria dios en las lecturas y paz en la tierra a los hombres”.

Yo como pastorcito joven me uní a ellos tocando mis castañuelas.

A mí me hubiera gustado ir al portal para estar junto al Niño, pero como me había modelado de pie siempre me ponía guardando el rebaño.

Un año, al desmontar el belén me rompieron una pierna y así me colocaron en una de las cajas.

De esta forma, permanecimos las figuras un año hasta que nuevamente se aproximó las Navidades.

El belenista después de haber montado toda la estructura del belén con sus montañas, ríos, huertas caminos y desierto, sacó las figuras de las cajas.

Casi había colocado la escena del anuncio del Ángel a los pastores y a mí me había dejado en la caja, me sentí triste.

Por lo tanto, pensé, esta año año no contemplaré al ángel anunciándonos el nacimiento del Señor.

Finalmente, el belenista que iba dejar la caja en la estantería me cogió en sus manos, me miró y me dijo: no te voy a dejar aquí eres una pieza muy valiosa para dejarte en la caja.

Miró todo el belén montado y por sorpresa mía se acercó al portal y para disimular mi cojera, me colocó detrás de unos aperos que había en el portal.

No podía creérmelo me habían colocado en un lugar donde podía contemplar esa escena un lugar que yo había deseado toda mi vida si Salzillo me hubiera modelado de rodillas.

Allí estuve toda la Navidad, contemplando aquella escena, el misterio, que cambió el curso de la historia de la humanidad.

¡Que alegría¡ allí estaban San José, la virgen María y el Niño rodeado de muchos ángeles que cantaban gloria Dios en las alturas y yo me uní a ellos con mis castañuelas e interiormente agradecía el belenista que no me excluyera y formara parte del Belén.

 

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Homenaje a José Fructuoso

 

El vídeo homenaje:

 

 

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